El simple hecho de que creamos o no en
algo no prueba que sea verdadero o falso. En el pasado no se pensaba, ni se
creía que pudiese existir un nuevo continente; el viejo mundo constituía la
totalidad del planeta; pero esta creencia no significaba que su existencia no
fuera cierta. De la misma manera sucede con la información que llega a nuestra consciencia, el hecho de
que seamos conscientes o no de algunas sensaciones no condiciona su
existencia; existen sonidos (ultrasonidos) de los que no somos conscientes, no
podemos escucharlos porque nuestros sentidos no están adaptados para ello, y
sin embargo están ahí; también existen objetos que no caen dentro de nuestro
campo visual y sin embargo son reales; algo similar sucede con nuestra memoria,
hay hechos que no recordamos
conscientemente y sin embargo tenemos evidencia de que ocurrieron realmente (fotos, videos,
testimonios de otras personas); por otro lado, también podemos tener recuerdos
de situaciones que nunca han sucedido en la realidad; sucesos que tal vez se formaron en nuestra mente
a través de lo experimentado en la lectura de algún libro, de algún sueño, o
alguna película y con el tiempo lo hemos distorsionado hasta llegar a creer que
forma parte de nuestra memoria real.
Solo como planteamiento filosófico, pudiera ser que nuestra existencia comenzó hace unos minutos y la totalidad de nuestros recuerdos no son más que sucesos implantados en nuestra mente de alguna manera; tal como vemos en las películas de ciencia ficción.
Si fuera posible que a través de algún desarrollo
tecnológico se hiciera llegar información directamente a nuestro cerebro, sin la
intervención de los sentidos, para nuestra mente sería real lo que estamos
percibiendo y no existiría diferencia alguna con la información registrada por
nuestros sentidos; entonces estaríamos llegando a dar validez al argumento de Descartes de que
debemos dudar de la existencia de los objetos sensibles porque sería posible
que algún demonio tramposo nos estuviera engañando; y en este caso, el demonio
sería la tecnología, el cine, la realidad virtual, o inclusive los sueños.
Nuestras sensaciones, pensamientos,
recuerdos, odios y deseos; todos ellos son procesos internos que se producen en nuestra
mente ante algún estímulo, y que ciertamente afectan nuestro entorno físico.
Nuestra realidad proviene no solamente
de las creencias y de lo aprendido durante la vida, sino también de las
inferencias, razonamientos y deducciones que hacemos con todos estos
conocimientos, es a través de la misma mente que se puede llegar a
generar conocimientos nuevos a partir de los que ya tenemos en ella; claro que mientras
mayor cantidad de información tengamos a la mano (mentalmente hablando), más
fácil nos resultará reflexionar y crear nuevos conocimientos, pues contaremos con la materia prima necesaria para ello.
¿Acaso solo yo existo (solipsismo); sólo mis
experiencias y los razonamiento e inferencias que hago de ellas son ciertas y debo dudar de
todo lo que esté fuera. Todo el mundo depende de mi existencia y mis
pensamientos?
Aparentemente no puede haber razón para
aceptar la existencia de algo que no hemos experimentado; de lo que yo he
experimentado estoy seguro, ¿pero de lo que experimentan los demás?; ¿Cómo
puedo saber si lo que yo considero como el color rojo es lo mismo para las demás
personas; tal vez lo que mi mente percibe es diferente, solo que desde pequeño
me enseñaron que tal color se denominaba rojo y yo lo sigo llamando de esa
manera, para saber si lo que veo es lo mismo que perciben otras personas tendría que estar
conectado a su mente; respecto a lo que experimentan los demás únicamente
podemos conocerlo mediante la observación, a través de lo que nos dicen y con esto realizar las inferencias necesarias, y si estas suposiciones sobre lo que perciben se
aceptan como prueba de la realidad, significa que algo no necesariamente debe ser
experimentado para creerlo; se puede llegar a ello a través de la razón.
Lo cierto es que aunque, en algunas situaciones, la realidad es
independiente de quien la interpreta, estas interpretaciones que hacemos de lo
que nos llega a la mente a través de los sentidos, todos estos razonamientos,
suposiciones e inferencias que hacemos con los conocimientos que vamos
adquiriendo, es lo que va formando nuestro mundo, nuestras creencias personales, y estas, sean
ciertas o no, influyen y cobran realidad física en cada uno de los ambientes en los que nos
desarrollamos; el trabajo, la escuela, o la familia; conforman nuestros límites de lo que es o no posible para nosotros; estas creencias sobre la realidad tienen una gran influencia en la dirección
que le vamos a dar a nuestra vida y en cada uno de los logros que obtenemos.
Nada puede cambiar nuestro pasado, las decisiones tomadas nos han llevado hasta este momento de nuestra vida, pero, ¿Qué hay de nuestro futuro?, éste tiene una infinidad de posibilidades que podemos seguir, la pregunta es, ¿Cuál vamos a elegir...?
Nada puede cambiar nuestro pasado, las decisiones tomadas nos han llevado hasta este momento de nuestra vida, pero, ¿Qué hay de nuestro futuro?, éste tiene una infinidad de posibilidades que podemos seguir, la pregunta es, ¿Cuál vamos a elegir...?
¡Los límites solo existen cuando creemos en ellos!
¡Libera tu potencial, trabaja en tu
mente!