El poder de la
mente y las palabras
Desde la antigüedad,
especialmente antes de la invención de la escritura, las leyendas y las
metáforas se han utilizado como un medio para transmitir conocimientos; algunas
veces, de forma encubierta; encontramos muchos ejemplos en obras como las mil y
una noches; en los relatos de las fábulas y cuentos; o en la biblia, de la que se
dice que oculta conocimientos secretos que no deben estar al alcance de todos y
que se pueden interpretar mediante la ayuda de un código secreto; Newton dedicó
varios años de su vida a tratar encontrar este conocimiento.
Dentro de todas estas
leyendas, son muchas las que hablan sobre magia, encantamientos y hechizos; y en
muchas ocasiones me he preguntado si puede haber algo de verdad en estas
historias sobre invocaciones; ¿tuvo un origen real, o solo son producto de la
mente?, palabras mágicas pronunciadas de una forma tan especial que afectan o
buscan afectar, a voluntad, la realidad física; y siempre llego a la misma
conclusión; ¿No es este acaso el mismo principio que hay detrás de las
oraciones religiosas y de los mantras?; palabras especiales, pronunciadas de
cierta forma para solicitar a los Dioses un favor.
Siempre se menciona que este
tipo de conocimiento mal aplicado puede implicar algunos riesgos para quien
quiera ponerlo en práctica; y esto lo digo por experiencia propia; sé que hay
ocasiones en las que deberíamos mantener la boca cerrada para no meternos en
problemas; la siguiente historia es real y sirve para demostrar el poder que encierran
las palabras, el condicionamiento y la sugestión; y a la vez sirve de
advertencia sobre el cuidado que debemos tener con algunos conocimientos...
Hace tanto tiempo que me
sucedió esto que…En ocasiones, cuando me acuerdo de ello, he llegado a pensar
que mis recuerdos son solamente producto de mi imaginación; o que mi memoria ha
distorsionado los hechos en algo que cualquier persona lógica se negaría a
aceptar como real…
Sucedió cuando yo tenía 16 o
17 años; recuerdo que estaba recostado leyendo un libro sobre enigmas y costumbres
del Tíbet, el texto hablaba especialmente de algunas ceremonias de
transferencia de consciencia que se realizaban para ayudar a las personas que
se encontraban cerca de la muerte a pasar por este trance de una manera
tranquila y sin dolor alguno; señalaba que en algunos monasterios del Tíbet se
entrenaba durante años a algunos monjes para pronunciar unos sonidos muy
especiales, palabras que, de acuerdo al libro tibetano de los muertos, abrían
el orificio de Brahama en el cuerpo de la persona afectada y permitían escapar
la energía vital sin sentir dolor alguno; después de leerlo recuerdo que lo
primero que se me ocurrió fue, ¡si, si, como no!, ya parece que con solo
pronunciar unas palabras de la forma que dicen, mi alma o mi energía vital se va
a escapar de mi cuerpo; seguí leyendo las instrucciones que mencionaba el libro
para hacerlo de manera correcta, y entonces sin detenerme a pensarlo mucho,
pronuncié las dos palabras que señalaba el libro de la manera indicada; casi de
inmediato empecé a sentir un hormigueo en todo mi cuerpo, sentí como si me
desvaneciera y estuviera cayendo en un abismo; me entró un pánico enorme, me
levanté de un salto y corrí fuera de la habitación hacia el patio de la casa,
en el centro había un deposito con agua en el que metí la cabeza, después llené
de agua fría una cubeta y me la vacié encima, la sensación se detuvo un poco,
pero no desapareció; ni siquiera el frio del agua en el cuerpo consiguió
eliminarla completamente.
Lo que pasó el resto de aquel
día no lo recuerdo, lo que si recuerdo es que durante las siguientes semanas
solamente me la pasé acostado, adormilado, sin levantarme y con un cansancio
enorme, mi madre me despertaba durante el día para comer algo y apenas si
probaba los alimentos; por ese tiempo mi abuela, con quien había vivido varios
años cuando era pequeño, llegó a visitarnos y en cuanto entró a la habitación y
me vio, se puso a llorar, yo había bajado como 6 kilos de peso en menos de dos
semanas, le dijo a mi madre que me veía muy mal, y que si no hacían algo me iba
a morir, recuerdo algunas de las ideas que se me ocurrieron después de
escucharla, ¡no voy a conocer nunca a la persona que debería ser mi esposa!;
¡no voy a tener la oportunidad de formar una familia, de conocer a mis hijos!; ¡no
voy a volver a ver a familia ni a mis amigos!; ¿hasta aquí llegó todo?.
Algunos días después,
recuerdo que me despertó un grito de mi madre, acababa de gritar con fuerza mi
nombre y entre ella y mi abuela me estaban rociando de alcohol; un remedio para
el susto; según una curandera a la que habían consultado. Después de la
curación las cosas comenzaron a mejorar poco a poco, ya no tenía tanto sueño,
la debilidad fue desapareciendo, ya comía con normalidad y recuperaba el peso
perdido, pero aun, cuando me recostaba y cerraba los ojos, seguía sintiendo
como si cayera hacia atrás; esta sensación me afectó todavía como medio año; cuando
me sentí mejor volví a buscar el libro que había originado todo el problema,
pensé en quemarlo para que no fuera a caer en manos de alguno de mis hermanos y
evitar que pudieran pasar por la misma experiencia, lo busqué por todas partes,
entre mis cosas, en el closet, en las maletas, en cada rincón de la casa, pero
no lo encontré por ningún lado; había desaparecido; con el tiempo me olvidé de
él, pero no de lo que había leído.
Como 3 años después,
estábamos sacando la cama de mi habitación, se la íbamos a pasar a uno de mis
hermanos menores y la mía sería una nueva; al estar desarmando la cama vieja, que
era de metal, de repente apareció el libro, escondido en una de las piezas en
las que sería muy difícil que alguien lo hubiera encontrado; lo recogí con algo
de miedo y lo guardé sin decir nada; los siguientes días los pasé reuniendo el
valor suficiente para leerlo nuevamente; cuando por fin pude hacerlo, la
primera parte del libro era exactamente como la recordaba, pero algunos
capítulos que estaba seguro de haber leído ya no estaban; la parte donde se
enseñaba a los monjes a controlar su temperatura corporal mediante ejercicios
en los que secaban sábanas mojadas con el calor de su cuerpo había desaparecido;
la parte de una ceremonia donde se comían los sesos de un mono, directamente de
su cráneo con una cuchara de plata, como si fuera un helado; tampoco aparecía,
el capítulo que describía como se practicaba la levitación con unas cadenas
atadas al cuerpo, los viajes astrales y otras parecidas no se encontraban por
ninguna parte; tampoco estaban las instrucciones sobre cómo pronunciar las
palabras para liberar la energía vital; ¿Qué fue lo que sucedió?
Todavía hoy, después de
tantos años, sigo preguntándome lo mismo; ¿Qué sucedió?; entiendo que mi mente
buscó protegerse olvidando el lugar donde había escondido el libro, pero lo que
no entiendo es como desapareció lo que según yo había leído; la explicación más
lógica es que tal vez mi memoria mezcló los recuerdos de otras lecturas, pero, recuerdo
que en su momento, hice una revisión cuidadosa y no tengo ningún libro que
hable sobre estos temas, por lo menos no como recuerdo haberlos leído; otra
explicación, por más ilógica que se escuche, sería que realmente una parte de
mi energía vital abandonó mi cuerpo y al regresar haya traído consigo
conocimientos y experiencias desconocidas, creo que siempre será un misterio.
Recuerdo haber leído también
en algunas publicaciones sobre mantras donde se advierten los riesgos de una
mala pronunciación de los mismos y señalan que se han dado casos en que quienes
los practican han muerto de manera instantánea debido a una mala pronunciación.
En teoría, las palabras que
leí, pronunciadas de manera adecuada, provocan la apertura del orificio de
Brahama, que se encuentra en el cráneo, y la salida definitiva de la energía
vital, del alma, la primera de ellas provoca la salida de la energía vital solo
de manera temporal; ¿Qué fue lo que sucedió, sugestión, condicionamiento
mental?; tal vez; pero de algo estoy bastante seguro, los efectos de lo que
hice si fueron reales, y si mi madre y mi abuela no hubieran hecho algo, no
estaría aquí contándolo. La sugestión y el condicionamiento mental pueden
afectarnos físicamente, nos pueden enfermar y, en ocasiones, literalmente,
matar. Los efectos de la magia, los encantamientos, hechizos, bendiciones y
maldiciones; buena y mala suerte, descansan sobre las mismas bases; el poder de
una mente condicionada; lo que creemos crea nuestra realidad.
En fin, tal vez algún día
vuelva a intentarlo, solo por curiosidad, pero ahora, por si las dudas, únicamente con la primera
palabra, solo espero poder reunir el valor suficiente para hacerlo.
¡Despierta, libera tu potencial,
trabaja en tu mente…!
http://rbb-desarrollo.blogspot.com/2014/01/mente-condicionamiento-y-sugestion-como.html
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